8 dimensiones del bienestar
El bienestar es más que la salud. Es vivir plenamente. Creemos que el bienestar es consciente e inclusivo, autodirigido y evolutivo, holístico y multidimensional, positivo y afirmativo.
El bienestar es alimentar tu cuerpo, involucrar tu mente y nutrir tu espíritu. La forma en que pensamos en el bienestar se ve afectada por nuestra cultura y nuestras experiencias vitales.
Aunque todas las dimensiones del bienestar necesitan nuestra atención para que florezcamos realmente, no tiene por qué haber un equilibrio entre todas las dimensiones. En cambio, el objetivo es encontrar una armonía personal con las dimensiones que son más auténticas para ti. No se puede llegar a ello de forma pasiva, sino que se requiere una conciencia activa, aceptación y compromiso a través de las decisiones que tomes cada día, por pequeñas que sean.
Bienestar físico
El bienestar físico no es simplemente la ausencia de enfermedad, sino que consiste en mantener un estilo de vida próspero. Esta área del bienestar incluye la adopción de hábitos saludables como los exámenes médicos rutinarios, las vacunas, las precauciones de seguridad, las pruebas de detección de infecciones de transmisión sexual, el sueño adecuado, una dieta equilibrada, el ejercicio regular y mucho más. También se trata de evitar o minimizar los comportamientos de riesgo como el alcohol, el tabaco y otras drogas. Y lo que es más importante, el bienestar físico consiste en descubrir qué hábitos saludables te hacen sentir mejor y se adaptan a tu estilo de vida y a tu nivel de movilidad y forma física.
El bienestar social se centra en conectar con tu comunidad y con la gente que te rodea, lo que incluye ser consciente de tu propio origen social y cultural como puente para comprender la diversidad y la profundidad presentes en otros orígenes. Esta dimensión anima a tomar parte activa en la mejora de sus comunidades, conectando con los demás, estableciendo redes sociales de apoyo, desarrollando relaciones significativas y creando espacios seguros e inclusivos.
Bienestar emocional
El bienestar emocional abarca el optimismo, la autoestima, la autoaceptación y la capacidad de experimentar y afrontar los sentimientos de forma independiente e interpersonal. El bienestar emocional incluye: la práctica del autocuidado; el fomento de los recursos internos y la capacidad de recuperación; la búsqueda de formas únicas de hacer frente a los factores de estrés; la creación de relaciones satisfactorias; la empatía con los demás; y ser realista sobre las expectativas y el tiempo; y saber cuándo pedir ayuda.
El bienestar intelectual
Alienta a participar en actividades mentalmente estimulantes y creativas. La mejora del bienestar intelectual puede darse dentro y fuera del aula. Es la capacidad de pensar críticamente, razonar objetivamente, tomar decisiones responsables y explorar nuevas ideas y diferentes puntos de vista. También hace hincapié en el aprendizaje permanente e inspira la curiosidad.
El bienestar profesional implica prepararse y participar en un trabajo que proporcione satisfacción personal y enriquecimiento vital que sea coherente con sus valores, objetivos y estilo de vida. Esta dimensión incluye la adopción de un enfoque reflexivo y proactivo en la planificación de la carrera y la evaluación de la satisfacción personal y el rendimiento en el propio trabajo.
El bienestar medioambiental nos inspira a vivir un estilo de vida respetuoso con nuestro entorno. Implica comprender la relación dinámica entre el medio ambiente y las personas y reconocer que somos responsables de la calidad del aire, el agua y la tierra que nos rodean y, a su vez, que los entornos sociales, naturales y construidos afectan a nuestra salud y bienestar.
Nuestro entorno y la forma en que nos sentimos con respecto al medio ambiente pueden desempeñar un gran papel en la forma en que vivimos nuestras vidas. Entre los ejemplos de nuestro entorno se incluye nuestro entorno social (es decir, el acoso, la charla sobre la gordura y el racismo), nuestro entorno natural (es decir, el aire, la naturaleza y el clima) y nuestro entorno construido (es decir, la proximidad a los recursos y las condiciones de vida).
El bienestar espiritual implica buscar y tener un sentido y un propósito en la vida, así como participar en actividades que sean coherentes con las creencias y los valores de uno. Es más que rezar y creer en un ser superior. Una persona espiritualmente sana busca la armonía con el universo, expresa compasión hacia los demás y practica la gratitud y la autorreflexión. Cuando integramos prácticas de bienestar espiritual somos capaces de conectarnos en mente, cuerpo y alma.
El bienestar financiero
incluye nuestra relación con el dinero, las habilidades para gestionar los recursos para vivir dentro de nuestras posibilidades, tomar decisiones financieras e inversiones informadas, establecer objetivos realistas y aprender a prepararse para necesidades o emergencias a corto y largo plazo. Parte de esta dimensión incluye la conciencia de que los valores, las necesidades y las circunstancias financieras de cada persona son únicas.