Actualización del Síndrome de la mujer maltratada Crítica
Los malos tratos y sus efectos son fenómenos complejos, que a menudo no son bien comprendidos por el público no especializado. Además de las lesiones físicas, las personas que han sufrido malos tratos suelen enfrentarse a una serie de problemas psicológicos que difieren tanto en el tipo como en la intensidad. Los efectos de la violencia doméstica varían según el contexto social y cultural de la vida de las personas e incluyen diferencias en el patrón, el inicio, la duración y la gravedad del abuso. Es importante destacar que este contexto también está determinado por las respuestas institucionales y sociales al maltratador y a la superviviente del maltrato, así como por muchos otros factores característicos de las dos personas en una relación abusiva: nivel de apoyo social, recursos económicos y otros recursos tangibles, experiencias vitales críticas (por ejemplo trauma previo, historia de violencia, historia de desarrollo) y factores culturales y étnicos (Dutton, 1996; Dutton, Kaltman, Goodman, Weinfurt, & Vankos, 2005; Heise, 1998) .
Aunque las mujeres individuales experimentan y responden a los malos tratos de forma diferente, una serie de reacciones son comunes entre las que han estado expuestas a estos eventos traumáticos. El «síndrome de la mujer maltratada» (BWS, por sus siglas en inglés), un concepto introducido en la década de 1970 por la psicóloga Lenore Walker, se utiliza a veces en un intento de explicar las experiencias y los comportamientos comunes de las mujeres que han sido maltratadas por sus parejas íntimas (Walker, 1989; Walker, 2006) . Sin embargo, a través de más de tres décadas de investigación empírica acumulada, hemos llegado a reconocer importantes limitaciones tanto en las conceptualizaciones originales como en las revisadas del BWS, así como con el propio término (Osthoff & Maguigan, 2005). El uso de BWS para describir la experiencia de las mujeres que han sido víctimas de la violencia de pareja o para explicar su respuesta a dicha violencia y abuso es tanto engañoso como potencialmente dañino. Tal y como se define actualmente, el constructo de BWS tiene varias limitaciones importantes: (1) El BWS a menudo no es relevante para las cuestiones centrales ante el tribunal en un caso específico, (2) el BWS carece de una definición estándar y validada, (3) el BWS no refleja los resultados de la investigación actual necesarios para explicar adecuadamente la experiencia de las personas que han sido maltratadas o su comportamiento en respuesta a los golpes y (4) el BWS puede ser innecesariamente estigmatizante (Biggers, 2005; Ferraro, 2003). Este documento revisa la definición, evolución y utilización del BWS en los tribunales, y ofrece una crítica de su marco y su uso.
El BWS es un término típicamente utilizado para referirse a las experiencias de las mujeres que resultan de ser maltratadas. Ha pasado de ser un término utilizado para describir una amplia gama de comportamientos de la víctima (por ejemplo, la indefensión aprendida) y del maltratador (por ejemplo, el ciclo de la violencia) a un trastorno de salud mental que describe los síntomas experimentados por un individuo tras una exposición traumática (por ejemplo, el trastorno de estrés postraumático, TEPT). A pesar de la idea errónea generalizada, el BWS no es una defensa legal. A pesar de la idea errónea generalizada, el BWS no es una defensa legal. Lamentablemente, incluso a día de hoy, persisten muchos mitos sobre una defensa legal especializada utilizando el BWS. Osthoff y Maguigan (2005) esbozan cinco conceptos erróneos básicos relacionados con la defensa legal de las mujeres expuestas a la violencia doméstica. El concepto erróneo más importante es que los acusados que han sido maltratados invocan una «defensa del síndrome de la mujer maltratada» por separado. No existe una ‘defensa de la mujer maltratada’ o una ‘defensa del síndrome de la mujer maltratada’ especial (Maguigin, 1991; USDOJ/DHHS, 1996).
Aunque el testimonio de los expertos puede ser útil en los casos relacionados con la violencia doméstica, existen serias limitaciones al utilizar el BWS como marco de trabajo. Cuando se utiliza el testimonio de un experto para explicar el estado mental o el comportamiento de un individuo, para apoyar una defensa particular, o para reforzar la credibilidad (cuando se permite) en situaciones que de otro modo podrían parecer poco razonables o improbables (Parish, 1996), un «síndrome» empaquetado puede ser conveniente y tener la legitimidad percibida de un «diagnóstico» (Schuller & Hastings, 1996). Sin embargo, hay una serie de factores que hacen que este paquete sea especialmente problemático. La más fundamental de estas preocupaciones es la falta de relevancia del BWS para las cuestiones que se plantean ante el tribunal. Una segunda preocupación es la falta de una definición estándar y validada de BWS con la que guiar el uso de los expertos en la evaluación y el testimonio. En tercer lugar, el BWS no incorpora adecuadamente la amplia literatura científica sobre la respuesta de las víctimas a los golpes. Por último, el BWS sugiere una patología que puede estigmatizar al acusado de forma innecesaria e inexacta.
Necesitamos entender las experiencias únicas de cada acusado informadas por el amplio y continuamente creciente cuerpo de literatura científica que es pertinente para entender la experiencia y la reacción de un individuo por haber estado expuesto a la violencia doméstica. Esta información puede ser muy valiosa para apoyar el testimonio de expertos para explicar el estado de ánimo y el comportamiento de una mujer que ha experimentado la violencia doméstica y que ha sido acusada de una conducta criminal que fue influenciada por su historia de violencia y abuso.