Antiguos druidas de Gales
Los druidas, los antiguos sacerdotes de Gran Bretaña e Irlanda, llevan mucho tiempo intrigando y encendiendo la imaginación del gran público. La imagen estereotipada del sabio de túnica blanca, portando tal vez una hoz de oro y muérdago, o empuñando un bastón blanco, sigue siendo fuerte entre nosotros hoy en día, el resultado de muchos siglos de pensamiento e invención. Sin embargo, ¿qué pruebas tenemos de estas poderosas pero escurridizas figuras?
La primera mención de los druidas data del siglo I a.C. y se refiere a los druidas de la Galia (Francia) y Gran Bretaña, que eran sabios, observadores de los fenómenos naturales y filósofos morales. Similares a los druidas eran los bardos (bardoi) -cantantes y poetas- y los adivinos (vates), que interpretaban los sacrificios para predecir el futuro.
Los druidas y los bardos eran habituales en los textos medievales galeses e irlandeses, probablemente dando cuenta de una tradición oral muy anterior, transmitida de boca en boca.
La apariencia visual de los druidas -qué vestían y qué posesiones poseían- es difícil de aclarar. Hay pocas ilustraciones o inscripciones de la época, mientras que la arqueología rara vez proporciona respuestas seguras. Una ceremonia druídica descrita por Plinio, en su Historia Natural, describe a un druida con túnica blanca subiendo a un roble para cortar muérdago con una hoz de oro.
Hywel Dda
En Gales, las funciones y privilegios de los bardos estaban relacionados con las leyes establecidas por Hywel Dda en el siglo X d.C. Durante el siglo XVIII, los druidas llegaron a ser vistos como los antepasados de los bardos, los poetas de alabanza, los músicos y los genealogistas, que florecieron en la sociedad medieval galesa.
Sacrificio humano
El renacimiento del interés por los druidas comenzó durante el Renacimiento (siglos XIV a XVI), cuando las traducciones de los textos clásicos griegos y romanos se hicieron ampliamente accesibles. Varias fuentes describen a los druidas realizando sacrificios humanos. Los lugares de culto se describen como arboledas aisladas y cerca de estanques y lagos sagrados. Según una fuente, las arboledas druídicas de Mona (Anglesey) tenían la sangre de los prisioneros empapada en sus altares.
Stonehenge
Algunos relatos sugerían que los círculos de piedra de Avebury y Stonehenge habían sido templos druídicos. Del mismo modo, se pensaba que varios monumentos megalíticos de Anglesey eran templos y altares de sacrificio de druidas. Sin embargo, con los avances en el conocimiento arqueológico durante el siglo XIX, quedó claro que estos monumentos se construyeron hace más de 4.000 años, mucho antes de la aparición de los druidas. No obstante, los druidas y bardos modernos siguen reuniéndose dentro de los círculos de piedra en la actualidad.
Rituales celtas de la Edad de Hierro
La arqueología, sin embargo, proporciona pruebas de la expresión religiosa de los pueblos celtas de la Edad de Hierro. La tradición de ofrecer regalos a los dioses está bien ilustrada en el yacimiento de Llyn Cerrig Bach, en Anglesey. Aquí, entre el 300 a.C. y el 100 d.C., se arrojaron carros, armas, herramientas y artículos de metalería decorados desde una calzada o isla a un pequeño lago. Casualmente, un relato del autor romano Tácito narra vívidamente el aplastamiento de una fortaleza druídica en Anglesey por parte del ejército romano, lo que lleva a algunos a inferir que Llyn Cerrig Bach era un sitio druídico.
También se han identificado otros casos de rituales de la Edad de Hierro celta. Por ejemplo, en Lindow Moss, en Cheshire (Inglaterra), se ha encontrado una probable víctima de sacrificio conservada en turba. Recientemente, el famoso cuenco de Cerrig-y-Drudion, decorado minuciosamente en el estilo artístico celta o de La Tène, también ha sido interpretado de forma convincente como una corona ceremonial. Esta y otras coronas y adornos, encontrados en entierros o en templos de Gran Bretaña, pueden haber denotado un cargo sacerdotal.
En este mundo prehistórico, el poder de los dioses celtas paganos se sentía intensamente, siempre presente y entremezclado en la vida cotidiana.
Anglesey
Los druidas han sido asociados durante mucho tiempo con Anglesey en la imaginación popular. La evidencia histórica en la que se basa esta asociación es un relato del autor romano Tácito, que escribió sobre la conquista romana de Anglesey:
«En la playa se encontraba la formación adversa, una masa serrada de armas y hombres, con mujeres revoloteando entre las filas. Al estilo de las Furias, con túnicas de color negro mortecino y cabellos revueltos, blandían sus antorchas; mientras que un círculo de druidas, levantando las manos al cielo y profiriendo imprecaciones, provocaba en las tropas tal temor ante el extraordinario espectáculo que, como si sus miembros estuvieran paralizados, exponían sus cuerpos a las heridas sin intentar moverse. Luego, tranquilizados por su general, e incitándose unos a otros a no acobardarse nunca ante una banda de hembras y fanáticos, cargaron detrás de los estandartes, cortaron a todos los que se les cruzaron y envolvieron al enemigo en sus propias llamas. El siguiente paso fue instalar una guarnición entre la población conquistada, y demoler las arboledas consagradas a sus cultos salvajes, pues consideraban un deber piadoso el de apagar los altares con la sangre de los cautivos y consultar a sus deidades por medio de las entrañas humanas.» (Traducido por John Jackson, publicado por William Heinemann, 1951).