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Producir una trama coherente y eficaz
Hay muchos nombres para un esquema argumental; uno de nuestros favoritos es el esqueleto argumental. Algunos también lo llaman «la trama universal», mientras que otros simplemente lo llaman «estructura básica». Sea cual sea el nombre que le des, el esqueleto argumental es lo que sostendrá tu historia si sabes cómo utilizarlo -o hará que se derrumbe si no lo haces-.
Mucha gente, cuando se entera de lo que es un esqueleto argumental, no ve el sentido que tiene. Se preguntan por qué querrían utilizar un formato que se encuentra en todas las historias conocidas por la humanidad: ¿dónde está la creatividad en eso? el sentido del arte? La respuesta es sencilla: funciona. Hay una razón por la que todas las historias que tocan tus emociones te suenan familiares cuando las reduces a su mínima expresión.
El esquema argumental en su forma más simple
El siguiente es un ejemplo de esqueleto argumental:
Empiezas con un personaje -llamémosle Personaje X-. Este personaje se encuentra en algún tipo de problema y hace todo lo posible por salir de él. Sin embargo, todo lo que hace el Personaje X sólo parece empeorar el problema.
Justo cuando parece que el Personaje X ha llegado al punto más bajo imaginable, se las arregla para resolver los problemas mediante algún tipo de perspicacia o ingenio, y todo está bien en el mundo.
Toda historia necesita esta resolución argumental para que tus lectores sientan que su tiempo ha sido bien empleado en tu novela.
Te desafiamos a que encuentres una historia verdaderamente genial que no siga esta estructura argumental hasta cierto punto; verás que es extremadamente difícil. Aunque estamos seguros de que hay algunas por ahí, es prácticamente imposible pensar en una sola de ellas de antemano.
Es un instinto humano identificarse con un personaje simpático. A través de la lucha, los lectores forman un vínculo emotivo con el personaje, y el suspenso que rodea el destino incierto del personaje los mantiene interesados. Si no le das a tu lector ningún tipo de lucha y no hay suspenso creado por el personaje X moviéndose a través de varios obstáculos hacia algún tipo de objetivo (la erradicación de esa lucha), tus lectores no conectarán con tu personaje y no les importará lo que le suceda.
Para decirlo sin rodeos, desecharán tu novela y dirigirán su atención a algo que les proporcione mejor lo que buscan.
Recuerda, un esqueleto argumental son sólo huesos…
Muchos escritores olvidan que un esqueleto es sólo eso: huesos desnudos. Todos los humanos tenemos esqueletos que se parecen bastante, pero todos parecemos muy diferentes cuando la carne, el pelo y la ropa elegante los cubren.
El esquema de la trama no es el todo y el fin de tu trama; es sólo el andamiaje que sostiene las paredes de tu construcción. La complicación que envía a tu personaje a la angustia no tiene por qué ser enorme; tu protagonista no tiene que estar encargado de recuperar armas nucleares robadas o de la tarea de llevar un anillo mágico al Monte del Destino para salvar a toda la humanidad.
Tu personaje puede ser un hombre dulce pero con problemas sociales, que, en la búsqueda de su novia, chapucea todo tipo de planes para conocer mujeres antes de descubrir que su vecina de al lado era la mujer de sus sueños todo el tiempo.
Tu personaje podría ser una chica adolescente, que intenta desesperadamente encontrarse a sí misma, que se tiñe el pelo de azul eléctrico, se pone un anillo en la barriga o se dedica a ser animadora para aumentar su popularidad, sólo para descubrir que lo único que necesitaba era una amiga de verdad.
Todas estas historias siguen el arquetipo de esquema argumental descrito anteriormente, pero cada una es dramáticamente diferente, y cada una tiene un buen argumento.
Las posibilidades son infinitas. No estás limitado a ningún género específico: el esquema argumental es realmente universal. Su joven desesperado podría vivir en China, en la India o en Milwaukee, y la historia podría estar ambientada en el presente, en la década de 1930 o en 300 años en el futuro.
En última instancia, depende del autor envolver su esqueleto argumental con músculo, tendones y piel, colocando dentro de él el corazón que hará una creación literaria única y hermosa.
Y recuerde, si necesita una crítica del manuscrito, ¡deje que nuestros editores le echen un vistazo!