Si eres un escritor creativo, es probable que ya te hayas sorprendido a ti mismo aliterando unas cuantas veces y te hayas preguntado si mantener esa frase especial o no. Pregunte por ahí sobre este recurso y encontrará opiniones divididas. Algunos escritores y lectores lo consideran una herramienta descriptiva de una época pasada. Otros disfrutan bastante de su carácter lúdico.
Este artículo está aquí para discutir cuál es el efecto de la aliteración en comparación con otros dispositivos literarios. ¿Por qué utilizarla? ¿Cuándo hay que evitarla? Aunque las respuestas a estas preguntas son subjetivas, es valioso pensar en cuál es tu posición como escritor. Y saber que no estás solo en tu amor por la expresión artística divertida. Empecemos de forma sencilla…
Básicamente, se alitera cuando se empiezan palabras adyacentes o muy próximas con la misma letra. Como en: ‘El dulce gorrión me cantó una canción’. El término tiene su origen en el latín nuevo del siglo XVII alliteratio, derivado a su vez de allitero (ad ‘a, cerca’ + littera ‘letra’). El humanista Giovanni Pontano lo acuñó para su diálogo Actius (1507), en el que se hablaba del recurso literario ya popular entre los escritores.
Viendo las diferencias entre estas técnicas de escritura, se podría decir que el efecto de la aliteración es el más sencillo de conseguir. En consecuencia, también es la más fácil de utilizar en exceso. Y aquí es donde radica el problema. En realidad, este recurso no tiene nada de malo, siempre que esté en el lugar adecuado y en el momento adecuado. ¿Un gran ejemplo moderno? Esa impresionante aliteración de V de Vendetta.
- Puede ser muy impresionante y memorable
- Atrapa tu atención
- Puede que te apetezca revisarlo y diseccionarlo
- No todo el público lo apreciará
- Puede hacer que el escritor, el narrador o el personaje suenen bastante locos
Así que lo primero que hay que recordar es que hay que manejar la aliteración -y todos esos recursos literarios- con cuidado. Ahora, vamos a desglosar cómo decidir si la técnica es apropiada y qué haría que funcionara dentro del texto.
¿Accidental o intencionada?
Algunos escritores -poetas en particular- disfrutan jugando con las palabras y creando obras llenas de trucos lingüísticos. Pueden ser una experiencia maravillosa, pero también difícil de asimilar sin cierto esfuerzo.
Si vas por este camino e incluyes intencionadamente la aliteración, ten mucho cuidado con la forma y la frecuencia con la que la utilizas. Asegúrate también de que tienes lectores fiables y honestos dispuestos a emitir su perspicaz dictamen. 😁
Es normal que las aliteraciones salgan de forma natural mientras escribes, pero el consenso general es que probablemente deberías reformular en el momento. El recurso puede hacer que tu escrito se sienta forzado, desordenado, pomposo incluso.
No es ideal si, por ejemplo, estás componiendo una historia sobre la vida cotidiana. Aunque hay, por supuesto, diferentes formas de narrar este tipo de temas, incluso muy creativas, ten siempre presente a tu público objetivo y lo que intentas hacerle sentir.
Piensa en cuando le estás contando a un amigo un momento triste de tu vida. Qué tan en serio te tomarían si de repente empezaras a rimar? Por otro lado, una historia real de miedo alrededor de la hoguera puede ser mucho más escalofriante con unos cuantos efectos bien sincronizados salpicados.
¿Cómo ayuda la aliteración al texto?
Esta es una pregunta vital que hay que hacerse cuando se considera si se mantiene ese juego de palabras accidental o no. Los rasgos lingüísticos existen para dar textura y carácter a tu estilo de escritura, pero hay un límite en cuanto a la cantidad de estilo que puede tener cada texto.
El mejor consejo es practicar los efectos de aliteración en las narraciones sin interrumpir su flujo. He aquí un gran ejemplo:
En el pasillo, los gemidos y los gritos se fundían con el olor nauseabundo de la ropa negra de lana usada en verano y las hojas verdes que se marchitan sobre las flores amarillas.
Maya Angelou, Sé por qué canta el pájaro enjaulado
Tiene prácticamente todos los recursos literarios mencionados anteriormente. Pero, sobre todo, las aliteraciones se reparten con gracia por el pasaje. Ayudan a crear sonidos y sensaciones que atraen al lector a la historia.
La lección que hay que sacar de esto es: no pegues las palabras aliteradas demasiado cerca. Si tienen un papel en la narración, reescribe la frase para que encajen de forma natural.
¿Se ajusta a tu propósito?
Este punto debería impulsar todos tus esfuerzos de narración. Es tu historia la que vas a contar, así que sólo tú puedes decidir cómo se va a estructurar. Pero para ello necesitas un plan real, que consista en el propósito exacto de la narración y tu voz autoral – pincha y descubre cómo desarrollarlo.
Entonces, cuando pienses en los rasgos literarios, será más fácil escoger los adecuados para cada texto en el que estés trabajando. Es muy tentador utilizar todo el arsenal, pero, a menos que te diviertas, ¡no lo hagas! La etapa más difícil de la escritura creativa es aprender a refrenar esa pasión artística y utilizarla estratégicamente en su lugar.
¿Es fácil de leer y entender?