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Ejemplos brillantes: 10 criaturas bioluminiscentes que brillan de forma sorprendente [Presentación de diapositivas]

Escarabajos cuyos destellos salpican los cielos de verano; peces asesinos que atraen a sus presas con una luz tentadora; algas que delatan a sus atacantes con un brillo revelador. Estos ominosos organismos pueden parecer criaturas de otro mundo, pero gracias a una inteligente química, estos seres abundan en nuestro planeta. Los ejemplos de criaturas que generan su propia luz -una capacidad conocida como bioluminiscencia- son especialmente comunes en el océano, donde el cineasta James Cameron supuestamente se inspiró para la brillante vida alienígena en su nueva película de ciencia ficción Avatar.
Aunque adopta muchas formas en la naturaleza, la bioluminiscencia sirve para los tres propósitos básicos de «encontrar comida, encontrar pareja y defenderse de los depredadores», dice Edie Widder, cofundadora, presidenta y científica principal de la Asociación de Investigación y Conservación del Océano (ORCA), con sede en Florida. Incluso en entornos oscuros en los que los rayos del sol no pueden penetrar, como las cuevas o gran parte de los océanos, muchos animales siguen teniendo ojos -a menudo extra grandes- para obtener información de los pocos fotones disponibles. Entre el 80 y el 90 por ciento de la vida oceánica en aguas profundas ha desarrollado la capacidad de producir luz, aprovechando el medio transparente, aunque predominantemente oscuro, en el que vive.
Aunque la bioluminiscencia es poco frecuente en tierra firme, ya que no hay ninguna especie vegetal o vertebrada reconocida que produzca dicha luz, diversos bichos, desde larvas de insectos hasta hongos y lombrices de tierra que segregan excrementos, han demostrado que pueden brillar. En general, los científicos creen que la bioluminiscencia ha evolucionado de forma independiente al menos 40 veces en los reinos animal, fúngico y bacteriano, «lo que es una clara indicación del valor de supervivencia del rasgo», afirma Widder.
En la mayoría de los casos, la bioluminiscencia se genera cuando una molécula emisora de luz, conocida genéricamente como luciferina, reacciona químicamente con el oxígeno en presencia de una enzima, llamada luciferasa o fotoproteína. A lo largo de eones de evolución, ha surgido una serie de químicas para producir esta eficiente iluminación natural, que se ha denominado «luz fría» porque genera muy poco calor residual. Este fenómeno es distinto de la fluorescencia, que se produce cuando una fuente de luz externa excita una molécula que luego reemite parte de la energía absorbida. Muchos animales bioluminiscentes también muestran fluorescencia, como las medusas (cuyas proteínas verdes fluorescentes ayudaron a tres científicos a obtener el Premio Nobel de Química el año pasado). E incluso los materiales inorgánicos, como el mineral llamado fluorita, pueden brillar cuando se exponen a ciertas longitudes de onda de la luz.
A medida que nuestros limitados conocimientos sobre los diversos habitantes de las profundidades marinas sigan ampliándose gracias a proyectos como el Censo de la Vida Marina, y el trabajo de campo revele más criaturas de la naturaleza aún no documentadas, seguramente saldrán a la luz otros ejemplos de bioluminiscencia. «Creo que sólo hemos arañado la superficie de lo que hay ahí fuera», afirma Karen Osborn, becaria postdoctoral del Instituto Scripps de Oceanografía de la Universidad de California en San Diego. Teniendo en cuenta la frecuencia con la que la bioluminiscencia aparece en la vida terrestre, parece un poco menos descabellado suponer que la vida extraterrestre, como se imagina en Avatar, también podría brillar.
Slide Show: Criaturas bioluminiscentes

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