El Cascanueces
El Cascanueces, Shchelkunchik ruso, ballet de Piotr Tchaikovsky. El último de sus tres ballets, se estrenó en diciembre de 1892.
La historia de El Cascanueces se basa libremente en el cuento fantástico de E.T.A. Hoffmann El Cascanueces y el Rey de los Ratones, sobre una niña que se hace amiga de un cascanueces que cobra vida en Nochebuena y libra una batalla contra el malvado Rey de los Ratones. La historia de Hoffmann es más oscura y problemática que la versión que llegó a los escenarios; el coreógrafo del Ballet Imperial Ruso Marius Petipa optó por seguir una adaptación ligera de la historia escrita por Alexandre Dumas père.
Tchaikovsky comenzó a trabajar en febrero de 1891, continuando sus esfuerzos mientras realizaba una gira por Estados Unidos ese mismo año para la inauguración del Carnegie Hall. Su viaje de vuelta a casa le llevó a París, donde descubrió un nuevo instrumento: la celesta, cuyo tono claro y acampanado se adaptaba perfectamente al ambiente de cuento de hadas de El Cascanueces. En las notas etéreas de la celesta, Tchaikovsky reconoció la «voz» de su Hada de Azúcar, e inmediatamente escribió a su editor, pidiendo que se adquiriera el instrumento para la representación.
Selecciones de El Cascanueces se interpretaron por primera vez como suite orquestal en marzo de 1892. El ballet propiamente dicho se estrenó en diciembre de ese año. Se presentó en el Teatro Mariinsky de San Petersburgo en un programa doble con la ópera en un acto de Tchaikovsky, Iolanta. En una carta a un amigo, el propio Tchaikovsky comentó: «Aparentemente la ópera dio placer, pero el ballet no; y, de hecho, a pesar de toda la suntuosidad resultó ser bastante aburrido». Le pareció poco, describiéndolo como «infinitamente peor que La Bella Durmiente». La referencia era al segundo de sus tres ballets; el primero había sido El lago de los cisnes.
Sin embargo, la responsabilidad del fracaso no fue, aparentemente, del compositor en su totalidad. Petipa había caído enfermo, y la coreografía fue ideada por su asistente, menos inspirado. Además, la escenografía y el vestuario fueron tachados de insípidos, y la actuación de la bailarina que interpretó el papel del Hada de Azúcar fue muy criticada. Los periódicos vilipendiaron a Tchaikovsky, que no vivió para ver el éxito de la obra. A pesar del fracaso de su representación inicial, El Cascanueces se ha convertido en el más representado de todos los ballets y ha servido de introducción a la música clásica para muchos jóvenes. Dado que el primer acto está ambientado en una fiesta de Navidad, el ballet se presenta a menudo en la época navideña.