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El pernicioso mito de una raza caucásica

La clasificación se remonta a 1795, cuando Johann Friedrich Blumenbach, un respetado médico y antropólogo alemán, llevó a cabo una investigación en la que midió cráneos, una práctica entonces común para comparar grupos humanos dispares.

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Sus opiniones sobre la raza eran complicadas. Mientras estudiaba un cráneo femenino de la región del Cáucaso, le llamó la atención su simetría y sus finos rasgos, y lo describió como «apuesto y atractivo». Creía que la raza blanca era el tipo humano más bello -una creencia común de la Ilustración compartida por Thomas Jefferson y Benjamin Franklin- y dio un salto lógico. Si la raza blanca era la más bella, y este era el cráneo más bello, entonces su lugar de origen -las montañas del Cáucaso- debía ser el lugar de nacimiento de la raza blanca: de ahí el término caucásicos.

Las ideas de Blumenbach eran un reflejo del sesgo inconsciente y el orgullo racial blanco de su época, y cuando creó el primer esquema racial de cinco razas, situó a los caucásicos en la cúspide. Sin embargo, en algunos aspectos fue sorprendentemente progresista. Creía en «la unidad de la humanidad», argumentando que los miembros individuales de todos los grupos tenían la misma capacidad de inteligencia, creatividad y organización. De hecho, a menudo sus compañeros científicos se burlaban de él por su generosa visión de la igualdad con respecto a los grupos no blancos.

Blumenbach también planteó correctamente la hipótesis de que los humanos de todas las razas descendían de un ancestro común (monogenia) y no de múltiples orígenes (poligenia), un debate clave de su época. En cuanto a la geografía del origen humano, por supuesto, se equivocó. La inmensa mayoría de los descubrimientos científicos realizados desde la época de Blumenbach -el ADN, el registro fósil, el genoma humano- apuntan a que la humanidad surgió de África.

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En los años siguientes a las suposiciones de Blumenbach, éstas llegaron a ser ampliamente citadas como prueba de la superioridad racial de los blancos, especialmente en la joven república de Estados Unidos. Durante el siglo siguiente, los estudiosos dieron cobertura científica a la idea de que los grupos raciales tenían rasgos genéticos distintivos. La nueva nación estadounidense absorbió las teorías raciales de Blumenbach, y siguen arraigadas en nuestra historia jurídica, nuestra ideología racial y nuestra identidad nacional.

Los europeos de hoy rara vez invocan el caucásico como identidad étnica, así que ¿por qué lo hacen los estadounidenses? He aquí mi sencilla teoría: Ser caucásico proporciona a los estadounidenses blancos un mito de origen. Dado que no existe una «tierra blanca» oficial, decir «soy caucásico» tiene el matiz místico de la geografía. La palabra «caucásico» funciona como una palabra casi mágica que hace referencia a una tierra lejana y desconocida de la que proceden los blancos. El mito también tenía una función histórica clave para las etnias blancas: Durante la fuerte inmigración a través de Ellis Island, los grupos que entonces se consideraban racialmente distintivos -judíos, italianos, sirios- podían invocar el término caucásico como identidad racial y, de este modo, restar importancia a las diferencias étnicas.

La historia de nuestro uso actual de caucásico es la de un mito que vive desafiando a la ciencia. Utilizar el término caucásico no es más científico que, por ejemplo, llamar hobbits a las personas de baja estatura, otra raza ficticia de origen europeo.

Advertencia

El lenguaje importa: Dejar de usar la palabra caucásico sería un primer paso para deshacer nuestro apego a la codificación por colores de la humanidad, algo que ha estado en la raíz de al menos 300 años de identidad e ideología. Mientras Estados Unidos sigue lidiando con la raza y el racismo, es hora de que la nación, sus policías y sus medios de comunicación dejen de ser cómplices en el uso de un término basado en una teoría desacreditada del siglo XVIII, arraigada en falsas nociones de superioridad racial blanca.

Joel Dinerstein es profesor de inglés en la Universidad de Tulane y autor de dos libros sobre raza, música y cultura.

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