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El secreto de silbar no está en los labios

Recientemente me he preguntado si un poco de física me ayudaría. La física básica del silbido es sorprendente y hermosa. Cuando silbas, creas un espacio en tu boca con un agujero en cada extremo: uno en la parte trasera, donde la lengua empuja contra el paladar y deja un pequeño hueco, y otro en la parte delantera, donde frunces los labios. Al exhalar, un fino chorro de aire rápido entra por el orificio de atrás. A medida que se desplaza hacia delante, empieza a tambalearse cuando empuja el aire quieto. Su capa más externa se dobla hacia fuera y alrededor para formar un anillo, como un anillo de humo sin el humo. Otros anillos se forman detrás de él, creando una línea bien ordenada.

Cuando estos «anillos de vórtice» llegan a la parte delantera de la boca, cada uno genera una onda de presión que se transmite hacia atrás, ajustando el tiempo de los nuevos anillos que se forman en la parte trasera de la boca. La habilidad fundamental para silbar es utilizar la lengua para dar forma a la cavidad bucal de manera que resuene con esos pulsos de presión, amplificándolos en un único tono puro. Ese es el silbido que escuchas.

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Es increíblemente complejo, y pone de manifiesto lo flexible y hábil que es el control de nuestra lengua y nuestra boca. Nuestras lenguas son increíbles cambiadores de forma, moviéndose hacia adelante para hacer el espacio de la boca más pequeño y crear notas altas, y hacia arriba y hacia atrás para aumentar el espacio para crear las notas bajas.

El problema de aprender a silbar es que nadie puede explicar realmente cómo hacerlo, porque todo tiene lugar dentro de nuestra boca y, por tanto, es invisible. Aunque asociamos el silbido con una forma de labios determinada, en realidad los labios juegan un papel muy pequeño, ya que no contribuyen a la vibración del aire dentro de la boca. Incluso los científicos que estudian esto todavía están trabajando en los detalles, porque sólo recientemente los escáneres de resonancia magnética les han permitido ver el interior del espacio oculto donde ocurre la física.

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El silbido puede alcanzar los 120 decibelios y viajar alrededor de una milla, mientras que el grito no suele superar los 100 decibelios y sólo llega a 200 yardas. Esto se debe a que la energía de un silbido se concentra en una sola nota aguda, que es fácil de distinguir del ruido de fondo. Mucho antes de que se inventaran los teléfonos móviles, algunas comunidades de regiones montañosas o muy boscosas de todo el mundo han utilizado el lenguaje silbado para comunicarse a largas distancias.

¿Puede algo de esto ayudarme a aprender a silbar? Nadie me dijo nunca lo importante que es la forma de tu lengua, así que las imágenes de la resonancia magnética podrían darme ideas sobre lo que debo buscar. De momento, mi mejor intento sigue sonando como un neumático pinchado. Pero ahora que tengo el incentivo de imaginar la hermosa física de los fluidos que hace posible el silbido, quizá lo intente de nuevo. Y si no consigo emitir un sonido, nadie sabrá nunca lo que me propongo. ¿Yo? Oh, sólo estoy practicando mis besos al aire.

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