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La ciencia detrás del enamoramiento

Recientemente, he tenido la maravillosa experiencia de ver a una amiga cercana enamorarse. Ella sonríe cuando habla de su pareja, o habla de él en momentos aleatorios-evidencia de que está pensando mucho en él. No podría estar más encantado por ella. Al cabo de unos días, también le ocurrió a otra amiga mía, con el mismo tipo de reacción, aunque en su caso iba acompañada de una pérdida de apetito. Y luego, unas cuantas personas más informaron a través de Facebook de que se habían enamorado de alguien.

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Al principio me sorprendió el hecho de que tanta gente se enamorara a mi alrededor, a pesar de ser invierno. Algunos estudiosos han especulado que la mejor época para encontrar un amor duradero es el otoño, siendo el verano el mejor momento para encontrar relaciones a corto plazo. El invierno, argumentan, es una época difícil para encontrar a alguien porque muchos de nosotros reducimos nuestras actividades, así como llevamos ropa menos reveladora. Muchas personas también tienen el ánimo disminuido, debido a la menor (y más débil) luz solar. (Debo mencionar que en el caso de mis amigos enamorados, todos ellos viven en un lugar donde actualmente hay temperaturas gélidas.)

Estar rodeado de gente que se está enamorando es divertido (en parte porque en condiciones normales, estas personas podrían no actuar de forma tan tonta), pero también puede ser deprimente, especialmente si uno está en una relación insatisfactoria. La comparación social puede ser una parte desagradable de la naturaleza humana. (Comentaré más sobre esto en un post posterior.)

Aunque las personas experimentan el amor de forma diferente, la química que hay detrás del subidón inicial de la atracción nos muestra que hay explicaciones biológicas para sentirse mareado, por ejemplo, durante esas dichosas primeras semanas.

Para empezar, la dopamina, que se crea en el cerebro y en las glándulas suprarrenales, potencia la liberación de testosterona. La dopamina afecta a varios órganos, incluidos los genitales y las glándulas sudoríparas, así como a los sentidos. ¿Has notado alguna vez que cuando estás en las primeras fases de la lujuria o el amor, sudas más? ¿O que el cielo parece más azul? La dopamina, en este contexto de excitación, es en parte responsable. Como consecuencia de la liberación de dopamina, el estado de ánimo y las emociones también se ven influenciados, dando lugar a sentimientos de excitación y felicidad. Mientras tanto, la testosterona aumenta el deseo sexual, pero también incrementa el comportamiento agresivo y puede empujar a alguien a perseguir a quien está alimentando esta intensa respuesta.

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Después de este paso, los neurotransmisores norepinefrina y PEA (feniletilamina) conducen a la atención focalizada. Los individuos comienzan a «concentrarse» en la persona que desean y, al mismo tiempo, suelen tener una sensación de euforia. La norepinefrina es un estimulante, por lo que también hace que los individuos se sientan alerta, potencialmente incapaces de dormir, y les permite notar y recordar hasta el más mínimo detalle de sus parejas. La PEA es responsable de la sensación de vértigo y puede provocar una pérdida de apetito. Si la relación no dura, los niveles de PEA caen y son en parte responsables de los sentimientos de depresión que se pueden experimentar.

Se empieza a formar un bucle de retroalimentación, y el sistema de recompensa del cerebro se ve involucrado. Este sistema de recompensa está influenciado por el sistema nervioso central y el contenido del torrente sanguíneo, como el nivel de varios neurotransmisores. El sistema de recompensa envía mensajes químicos, a través de los neurotransmisores, a varias partes del cuerpo, como el estómago, la piel, los genitales y otros órganos, lo que hace que envíen mensajes al cerebro. Simplificando, si la estimulación de los genitales se siente bien, por ejemplo, el sistema de recompensa recibe esta información y hace que uno busque más de lo que fue placentero. Curiosamente, la anticipación por sí sola puede provocar una respuesta biológica y estimular el sistema de recompensa.

Durante las etapas iniciales del amor o la lujuria, este sistema de recompensa se estimula a través de medios muy simples; el tacto de un amante, ver su fotografía, o incluso sólo pensar en esta persona puede aumentar el estado de ánimo elevado y la atención centrada. Helen Fisher y sus colegas (2005) descubrieron que cuando los cerebros de los que declaran estar apasionadamente enamorados son escaneados por un fMRI, el sistema de recompensa se activa.

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A partir de aquí, hacia dónde va la relación se complica cada vez más. Algunos pueden temer la posibilidad de ser rechazados, lo que anula su disfrute del enamoramiento. Otros pueden tener miedo de comprometerse con la relación, o ser demasiado necesitados y pegajosos, y, como resultado, alejar a su amante. Otros se lanzan a la aventura con la esperanza de que la relación sea duradera. Se cree que estos patrones comienzan en las primeras etapas del desarrollo y reflejan la relación padre-hijo. Esta relación temprana, aunque no sea romántica, nos enseña cómo funcionan las relaciones, qué podemos esperar de los demás y si las relaciones -de cualquier tipo- merecen la pena. (Hay varias formas de evaluar el estilo de apego de cada uno; si tiene curiosidad, hay muchos cuestionarios disponibles en línea.)

Aunque hay muchos beneficios de ser soltero, no se puede negar que enamorarse es un momento intenso, y que la mayoría de nosotros encontramos estimulante. La próxima vez que alguien que conozcas comience a comentar que el olor del aire libre es más refrescante que de costumbre, o que notes que sonríe al mirar una fotografía de alguien con quien está saliendo, disfruta del espectáculo… y sabe que posiblemente se esté enamorando.

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