La Guerra Anglo-Zanzibar

La guerra anglo-zanzibarí tiene el dudoso honor de ser la más corta de la historia, ya que duró unos 38 minutos desde el inicio de las hostilidades.

Tras la repentina muerte del sultán de Zanzíbar, el cónsul británico se vio superado cuando el sobrino del sultán se declaró nuevo gobernante. El cónsul le recordó que todos los nuevos nombramientos estaban sujetos a la aprobación de los británicos en virtud de un tratado de protección. En lugar de retroceder recatadamente, Jalid bin Barghash se atrincheró en el palacio con unos 2.800 defensores.

La respuesta británica fue una pieza típica de «diplomacia de cañón». Se envió un ultimátum a Khalid para que dimitiera, mientras se reunían en el puerto tres cruceros, dos cañoneras, 150 marinos y marineros y 900 soldados de Zanzíbar.

Para su sorpresa, Jalid no se echó atrás, sino que sacó su artillería -que consistía en un puñado de cañones Maxim, un cañón Gatling, un cañón de bronce del siglo XVII y dos cañones de campaña de 12 libras- y apuntó con ellos a los británicos.

En este aparente estancamiento, a las 8 de la mañana del 27 de agosto llegó un mensaje desde el palacio pidiendo un parlamento. Los británicos se negaron a menos que se aceptaran los términos del ultimátum. Khalid respondió que no creía que los británicos fueran a abrir fuego. Una hora y dos minutos después lo hicieron, destruyendo la artillería de Jalid. En una acción separada, la Royal Navy atacó a la armada de Zanzíbar, que consistía en el barco Glasgow de Su Alteza, el yate real construido para un sultán anterior, que ni él ni sus sucesores querían ni utilizaban. Fue hundido y su tripulación rescatada. Sus mástiles pudieron verse por encima de la línea de flotación del puerto durante los siguientes 18 años.

El fuego cesó a las 9.40 y Jalid se rindió. De sus partidarios, 500 murieron o fueron heridos. Hubo un herido británico. Khalid huyó al consulado alemán y al exilio. Los británicos instalaron un nuevo sultán por la tarde.