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La historia de la eritropoyetina

Al mismo tiempo, se estaban desarrollando otras tecnologías que preparaban el terreno para un notable avance que implicaba una combinación de ingeniería médica y molecular. A principios de la década de 1960 se desarrolló la hemodiálisis, un método para eliminar los productos de desecho de la sangre cuando los riñones son incapaces de realizar esta función, para mantener la vida de los pacientes con enfermedades renales en fase terminal. Como resultado de este avance en el tratamiento, estos pacientes pudieron sobrevivir a la enfermedad subyacente, pero sus riñones dañados ya no podían producir eritropoyetina, lo que los dejaba gravemente anémicos y con una necesidad desesperada de terapia con Epo.

En 1983, los científicos descubrieron un método para producir en masa una versión sintética de la hormona. Se realizaron experimentos para comprobar la seguridad y la eficacia del nuevo fármaco, la Epo, para tratar la anemia en pacientes con insuficiencia renal. Los resultados de estos primeros ensayos clínicos fueron espectaculares. Los pacientes que habían dependido de frecuentes transfusiones de sangre pudieron aumentar sus niveles de glóbulos rojos hasta casi lo normal a las pocas semanas de iniciar la terapia. Los pacientes recuperaron el apetito y reanudaron su vida activa. Fue la convergencia de dos tecnologías -la diálisis de larga duración y la biología molecular- la que sentó las bases para el tratamiento de la anemia en este grupo de pacientes. Desde entonces, millones de pacientes de todo el mundo se han beneficiado de la terapia con Epo.

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