La historia del «restaurante»
Según un relato a menudo repetido que se publicó por primera vez en 1853, el primer restaurante lo abrió en 1765 un parisino llamado Boulanger. El establecimiento de Boulanger, situado en la rue des Poulies, cerca del Louvre, servía sobre todo restaurantes bouillons, es decir, «caldos reconstituyentes».
Además de vendedor de sopas, Boulanger era un tipo con sentido del humor: el lema de su establecimiento era la invitación latina Venite ad me omnes qui stomacho laboratis et ego vos restaurabo. La frase se traduce como «Venid a mí todos los que padecéis dolor de estómago y yo os restauraré», una alusión en forma de juego de palabras tanto a la calidad reconstituyente de sus caldos como a la invitación de Jesús que se encuentra en Mateo 11:28: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y cargados, y yo os haré descansar».
Aparte del posible complejo de Cristo, Boulanger parece haber tenido un buen sentido comercial y unos caldos agradablemente reconstituyentes. Su modelo de negocio despegó, y la palabra que designa la calidad reconstituyente de sus caldos llegó a referirse a los establecimientos de la clase de Boulanger. (La palabra francesa restaurants que describía los caldos de Boulanger proviene del latín restaurare, que significa «renovar»).
Un inciso: no todo fue felicidad en París a raíz de esto. A medida que estos restaurantes se extendían y diversificaban, infringían el dominio de los traiteurs -catering que proporcionaba comida cocinada a personas que carecían de una cocina propia-. Los traiteurs (la palabra se traduce como «tratantes») supuestamente llevaron a Boulanger a los tribunales, pero perdieron, y el legado de Boulanger quedó asegurado. El legado de los traiteurs también perduró: traiteur se trasladó al italiano como trattore, la base de trattoria, una palabra italiana común para «restaurante» que también adorna el edificio de muchos restaurantes estadounidenses que aspiran a una marinara tan buena como una del Viejo Mundo.
Y así transcurre la historia de la palabra restaurante. Pero, por supuesto, no es la historia completa del «restaurante» el lugar al que se va cuando no se quiere cocinar. Ese tema es demasiado extenso para un modesto artículo como éste, pero si mantenemos nuestro foco de atención en las palabras del idioma inglés vemos que, únicamente basándonos en el vocabulario de antaño, el restaurante de Boulanger no fue el primer «restaurante» ni mucho menos. El tesauro histórico del Oxford English Dictionary recoge seis palabras para designar un «restaurante» entre mediados del siglo XV y la época de los caldos de Boulanger: eating house, victualling-house, cook’s shop, treating-house, suttling-house (que era especialmente para soldados) y chop shop.
Parece que nos enfrentamos una vez más al desvanecimiento de la lengua inglesa por el francés: restaurant simplemente suena más apetitoso que cualquiera de esos. Bon appétit.