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La primera vez que usé la palabra con «c». (Advertencia – Este post está LLENO de malas palabras.)

Soy uno de esos adultos que se horroriza deliciosamente cuando la gente usa la palabra con «c» a mi alrededor. Rara vez, si es que alguna vez, uso la palabra yo mismo, así que es casi como un regalo travieso e ilegal cuando aparece en la conversación.

Puedo recordar con una precisión aterradora el día en que mi madre me habló de la palabra con «c». Tenía unos 6 años y asistía a una escuela primaria bastante dura. Las palabras malsonantes se pronunciaban de forma bastante casual en el patio, así que estaba familiarizado con los sospechosos habituales. Sabía que «joder» era bastante mala, aunque en aquella época creía que «joder» significaba «pegar», lo que me proporcionó algunas bromas muy divertidas en el patio cuando me ofrecía a dar placer sexual a todo el mundo cuando en realidad me estaba ofreciendo a darles una paliza. El primer grado fue bastante confuso. Así que acudí a mi madre para que me aconsejara.

Estaba en su cuarto de baño esnifando una increíble bañera de aceite facial de albaricoque Neutrimedics, que era como un crack para un niño de 6 años, y le pregunté casualmente a mi madre cuál era la peor palabrota. Como nunca en la historia del mundo. Pensaba asombrar a los chicos del patio al día siguiente con mi superioridad oral. Ella respondió tranquilamente: «Bueno, la palabra con «f» es bastante mala, pero la palabra con «c» es peor. ¿Conoces la palabra con «c»? Tiene cuatro letras y es muchísimo peor que la palabra con «c». Así que no la digas nunca porque es horrible.’

¿Conocía la palabra con c? Mierda sí, conocía la palabra con c pero hasta ese momento no era consciente del poder que tenía. Me sentí peligroso en posesión de este nuevo conocimiento. A la mañana siguiente me pavoneé por el patio de recreo armada y preparada para la victoria verbal de mi vida. Uno de los chicos gritó: «¡Eh, Carly! ¿Quieres follar conmigo?», seguido de una estridente carcajada. Le dirigí una mirada de suficiencia y le contesté con la máxima seguridad: «¡No! Porque tú… ¡eres una mierda!» y me alejé pavoneándome dejando a mis víctimas quemadas a mi paso. Tomen eso hijos de puta.

Fue unos meses más tarde cuando le pregunté a mi mamá qué significa c*nt. Se sorprendió un poco de que no lo supiera y también de que su hijo de 6 años le soltara casualmente la bomba c. Yo parecía estar muy bien informado cuando tuvimos nuestra anterior conversación sobre el significado de c*nt, así que, naturalmente, estaba un poco confundido. Me preguntó amablemente qué creía que era la palabra de cuatro letras «c». Le dije: «Perra, por favor». No me vas a engañar para que la diga. Me sugirió que la deletreara. C-R-A-P. Entonces sucedió. Ese susurro de sonrisa que recorrió su rostro y desapareció con la misma rapidez. Esa sonrisa que te hace ser alegremente consciente de que has metido la pata hasta el fondo y de que tu familia se va a reír de esto hasta bien entrada tu vida adulta.

Y así fue como aprendí que la palabra con cuatro letras c no es «mierda». En algún momento también aprendí que ‘fuck’ no significa ‘punch’. El mundo tuvo mucho más sentido después de estas revelaciones.

¿Cuándo descubriste las palabrotas por primera vez? ¿Recuerdas la primera vez que usaste una palabrota? ¿O haber descubierto su significado?

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