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¿Qué les ocurre realmente a las personas en diálisis peritoneal de larga duración?

Antecedentes: Actualmente se han identificado varios factores de riesgo para los pacientes tratados con diálisis peritoneal (DP). Entre ellos se encuentran la edad, la enfermedad comórbida, el estado nutricional, la pérdida de la función renal residual (FRR) y el elevado transporte peritoneal de solutos. Sin embargo, esto no es lo mismo que saber lo que realmente les ocurre a estos pacientes, sobre todo a largo plazo. El propósito de esta revisión fue dar una descripción lo más completa posible en la actualidad del paciente en DP a largo plazo.

Métodos: Se examinó la literatura en busca de publicaciones que proporcionaran datos de cohortes longitudinales de grupos de pacientes seleccionados o no seleccionados. Los datos detallados del Estudio de EP de Stoke se presentan en el contexto de estos estudios. Se consideraron tres aspectos principales de lo que realmente ocurre con los pacientes: (1) la muerte, tanto la causa como el modo de muerte; (2) el fracaso de la técnica, con referencia a la función peritoneal y cómo la causa del fracaso de la técnica se relacionó con la supervivencia del paciente; y (3) la evolución de los parámetros clínicamente relevantes de los pacientes en DP, como la nutrición y la función peritoneal.

Resultados: La muerte súbita y el debilitamiento fueron los modos de muerte predominantes, con la sepsis como factor contribuyente. La debilitación fue importante independientemente de la enfermedad comórbida coexistente, y el tiempo hasta la muerte no se vio influido por el modo de muerte. Las causas predominantes del fracaso de la técnica siguen siendo la peritonitis y la ultrafiltración, siendo esta última más importante con el tiempo de tratamiento. El fracaso de la técnica se asocia a una peor supervivencia, sobre todo cuando se debe a peritonitis múltiples o al fracaso del tratamiento. La regresión de Cox demostró que, mientras que la albúmina baja, la pérdida de FRR y el transporte elevado de solutos predecían la muerte del paciente, sólo el transporte elevado de solutos predecía el fracaso de la técnica. Los cambios longitudinales a lo largo de los primeros cinco años de tratamiento incluyeron la pérdida de FRR, el aumento del transporte de solutos y, tras una mejora inicial del estado nutricional, un descenso al cabo de dos años. Los pacientes que sobrevivieron a la DP a largo plazo (al menos cinco años, N = 25) se caracterizaron por una FRR prolongada, una nutrición mantenida y un menor transporte de solutos a medio plazo.

Conclusiones: Varios estudios sobre la EP a largo plazo en la literatura se complementan ahora para proporcionar una imagen de lo que realmente sucede a los pacientes con EP. Están surgiendo los vínculos entre la pérdida del aclaramiento de solutos y la mala ultrafiltración peritoneal que se combinan para exacerbar la muerte súbita o debilitada y el fracaso de la técnica. Para que la DP tenga éxito como terapia a largo plazo, deben desarrollarse estrategias que mantengan la nutrición y preserven la función de la membrana peritoneal.

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