¿Qué tan saludables son las relaciones intermitentes?
«Sigo enamorándome y desenamorándome de ti. A veces te amo, a veces me pones triste. A veces me siento bien, a veces me siento usado. Lovin’ you darlin’ makes me so confused». -Alicia Keys
Cuando pensamos en cómo funcionan las relaciones románticas, probablemente pensemos en la trayectoria clásica: Dos personas se conocen, forman una relación y, con el paso del tiempo, deciden seguir juntos o romper. Esta trayectoria tan sencilla refleja sin duda las experiencias de muchas personas, pero la búsqueda del amor suele ser un viaje mucho más enrevesado, conflictivo y confuso. Por eso nos planteamos esta pregunta: ¿Hasta qué punto son saludables las relaciones intermitentes?
Según algunas estimaciones, más del 60% de las personas, en un momento u otro, han experimentado la complicada trayectoria de la relación que define una relación intermitente (Dailey, Pfiester, Jin, Beck, & Clark, 2009a). En lugar de tener una ruptura limpia, las relaciones intermitentes adoptan una forma cíclica, con una serie de disoluciones y renovaciones. Las parejas rompen y se reconcilian, luego rompen y se reconcilian de nuevo, estableciendo una montaña rusa rutinaria de intimidad, dolor, pasión y pérdida. ¿Por qué se produce este patrón cíclico?
La ruptura. Las personas que mantienen relaciones intermitentes suelen romper inicialmente por conflictos, características personales de la pareja o de uno mismo, insatisfacción o estancamiento general de la relación, o por querer salir con otra persona (Dailey, Rossetto, Pfiester, & Surra, 2009b). Estas rupturas suelen carecer de la comunicación clara y abierta que caracteriza el tipo de despedida negociada habitual en las rupturas definitivas (Dailey et al., 2009a).
El reencuentro. Después de la ruptura, las parejas que se reencuentran deciden renovar su relación por cualquier número de razones, tales como: los sentimientos persistentes, la creencia de que su ex puede ser «el único», echar de menos la compañía que viene con estar en una relación, o querer esa comodidad y familiaridad de la relación (Dailey, Jin, Pfiester, & Beck, 2011). A veces descubren que es difícil encontrar otras parejas para salir, lo que les hace estar más interesados en volver a conectar con su ex (Dailey et al., 2009b). En general, las personas en relaciones intermitentes tienen muchas dudas y decepciones sobre la relación, se sienten frustradas con la situación y tienen una gran incertidumbre sobre su estado de relación (Dailey et al., 2011).
¿Qué tan saludable es este patrón? Algunas evidencias sugieren que un patrón de separaciones y reconciliaciones es tóxico tanto para la relación como para el bienestar personal. Cuanto más frecuentemente las parejas pasan por un ciclo de ida y vuelta entre estar juntos y estar separados, más tienden a deteriorarse sus relaciones para implicar interacciones negativas, menos satisfacción y menos compromiso (Dailey et al., 2009a). Esto sugiere que las rupturas y las reconciliaciones pueden añadir un grado de estrés a una relación intermitente que no está presente en las relaciones no cíclicas. Mientras tanto, las rupturas son increíblemente difíciles, y se asocian con el malestar psicológico y la disminución de la satisfacción vital (Rhoades, Kamp Dush, Atkins, Stanley, & Markman, 2012). A pesar de la alegría potencial de un reencuentro, las rupturas repetidas traen una gran cantidad de estrés a la vida de una persona.
Si estamos tratando de entender si las relaciones on-again/off-again son saludables, debemos reconocer que no son todas iguales. Algunas pruebas sugieren que las relaciones intermitentes se clasifican en dos tipos principales (Dailey, Jin, Brody, & McCracken, 2013). El primero, denominado tipo de capitalización de las transiciones, describe a una pareja que aprovecha al máximo las circunstancias cambiantes, dejando que las transiciones sirvan como pruebas u oportunidades para mejorar la relación. Por ejemplo, una ruptura puede permitir el crecimiento que permite una relación sana después del reencuentro. El tipo de separación gradual se involucra en el patrón de volver y no volver con esperanzas y expectativas, pero finalmente este patrón da paso a una ruptura final.
La medida en que las relaciones de ida y vuelta son saludables parece estar vinculada a estos tipos. Las personas que trabajan en su relación on-again/off-again y negocian abiertamente las transiciones hacia o desde la relación tienden a estar más satisfechas en sus relaciones, y las personas externas tienden a aprobar más estas relaciones (Dailey et al., 2013). Esto coincide con un enfoque de capitalización de las transiciones en una relación, lo que sugiere que algunos cambios (es decir, la ruptura y luego el reencuentro) pueden ser positivos. Sin embargo, muchas personas tienen emociones contradictorias cuando se trata de sus experiencias de relaciones intermitentes. Puede que la otra persona les importe, pero la relación les deja con ganas. En lugar de cortar los lazos por completo, se imaginan lo que podría ser la relación y participan en un reencuentro que luego lleva a la realización y a otra ruptura. Estas relaciones intermitentes suelen acabar en ruptura, lo que sugiere que el tipo de separación gradual es fundamentalmente menos saludable que el tipo de transición con mayúsculas.
¿Deben las parejas volver a unirse tras una ruptura? Al final, si una pareja deja abierta la posibilidad de reencuentro tras la ruptura, la evidencia sugiere que la pareja podría beneficiarse de discutir abiertamente la transición de la relación, comunicándose libre y honestamente sobre sus necesidades y deseos individuales, y utilizando un período posterior a la ruptura para evaluar cómo se siente vivir vidas separadas. Tal evaluación podría reconocer que incluso las rupturas con buena decisión pueden ser increíblemente desafiantes (Rhoades et al., 2012). Sobre la base de la dinámica de relación negativa asociada a los ciclos repetidos (Dailey et al., 2009a), después de más de una ruptura, las parejas podrían hacer una pausa antes de iniciar un reencuentro con el fin de sopesar cuidadosamente las ventajas de otra renovación frente a una consideración de su propio bienestar emocional y los muchos caminos posibles hacia una relación sana y estable.