Síndrome de «no sirvo para nada»
Algunas personas han dejado de intentarlo, dentro y fuera del trabajo. Puede que se sientan mediocres o peor, o que ya han logrado lo que pueden y que nada más merece la pena el esfuerzo.
Si eso te suena a ti, quizás este debate interno te resulte valioso:
Persona: sólo soy mediocre y millones de personas podrían hacer lo que yo. Así que no merece la pena hacer más que lo mínimo que necesito para sobrevivir.
ALTER-EGO: Debes mantenerte ocupado aunque sólo sea porque te volverás loco sin lo suficiente que hacer. Te dará demasiado tiempo para pensar, para preocuparte, para desanimarte aún más.
PERSONA: Yo llenaría el tiempo con cosas divertidas: películas, videojuegos, pintar, charlar.
ALTER-EGO: ¿No es eso perder el precioso tiempo que se nos da?
Persona: Deja de sermonear. Además, te equivocas. Incluso cuando me esforzaba, no conseguía mucho.
ALTER-EGO: Incluso las pequeñas contribuciones importan.
PERSONA: Sí, claro. ¿Cómo qué?
ALTER-EGO: Como ofrecerte a ser mentor de alguien en el trabajo, o de un amigo, o de un familiar.
Persona: Principalmente no me importa ser útil.
ALTER-EGO: Bien, pues a veces haz esas cosas divertidas de las que hablabas. Tal vez eso te reanime.
PERSONA: Hay un tema más profundo. Me siento como un perdedor. Es tentador simplemente colocarse y ver la tele o escuchar música.
ALTER-EGO: Concedamos que no eres una superestrella, pero aunque algunos de tus amigos e incluso familiares ahora te eviten, en algún momento del camino, ¿no les hiciste algún bien?
PERSONA: Tal vez.
ALTER-EGO: ¿Qué hiciste para que algunos familiares, amigos y alumnos te apreciaran, aunque fuera temporalmente?
PERSONA: No lo sé. Quizá cuando, en lugar de darles consejos, les dejé hablar y quizá les hice preguntas para ayudarles a encontrar una solución.
ALTER-EGO: Lo dejaré mientras voy por delante.
Persona: No todos los problemas tienen solución.