Significado de ver serpientes en la realidad
Animales tan peculiares como las serpientes han tocado, desde la noche de los tiempos, en lo más profundo, el imaginario popular.
Animales de sangre fría y fría al tacto; dotados de un particular y rápido movimiento que los hace escurridizos, casi fantasmales; la venenosidad de algunas especies; la propiedad de cambiar la piel vieja saliendo de la «nueva vida», son características que nos incomodan en su presencia, no son seres tranquilizadores.
Con estas premisas, fatalmente, (y a veces siguen existiendo) florecieron sobre ellas innumerables creencias médicas – mágicas – religiosas sobre sus poderes positivos o negativos.
Simbolismo de la serpiente en las culturas
En la mitología grecorromana, la figura de la serpiente aparece con Asclepio (Esculapio) asociada a la curación, símbolo de la medicina y la sabiduría.
Por otro lado, en el mito de Laocoonte, sacerdote de Apolo (dios del Olimpo), la desobediencia al dios hace que éste envíe dos grandes serpientes para matar a Laocoonte. De ahí que la serpiente represente al animal.
De hecho, el gran héroe de la mitología griega, Hércules, se enfrentó al monstruo Hidra, animal con cuerpo de dragón y nueve cabezas de serpiente.
Tal vez sea ésta la imagen más figurativa para el simbolismo de la continuación, la renovación que lleva la serpiente, pues la imagen de «Ouroborus» es la que se traga su propia cola, formando un círculo, representando el cosmos, la totalidad y la energía cíclica.
En el hinduismo, el budismo y el yoga, la serpiente representa la fuerza vital, la curación, así como la energía cósmica y sexual asociada a la Kundalini (energía física y espiritual concentrada en la base de la columna vertebral), siendo la columna vertebral la representación de la serpiente (energía) que llega a la cabeza, aportando curación y equilibrio cósmico.
De la misma manera, en el chamanismo, la serpiente, animal que intercambia su piel es considerada la devoradora de enfermedades, y por ello, simboliza la curación, la sensualidad y también la vitalidad y la sabiduría.
Para los aztecas y toltecas, pueblos mesoamericanos, la imagen de Quetzálcoatl está representada por una serpiente con plumas, en español, «serpiente emplumada», la deidad más importante, el elemento del agua, la vida y la renovación.
Además, representa la energía y la fuerza. Las personas nacidas bajo este signo Yin de los elementos agua y tierra son, en su mayoría, como sugiere la propia simbología del animal: sabias, sensuales, elegantes, misteriosas y, al mismo tiempo, desconfiadas, inseguras, cautelosas, frías y calculadoras.
Ver a las serpientes en la realidad – Simbolismo
Dada la característica de la serpiente de dar a luz a las crías, se creía que para lograr este acto de amor, se cortaba el vientre en espinas, para permitir que las serpientes salieran. Se creía que las serpientes se apareaban por la boca; desgraciadamente, la hembra, excitada por el gran placer y, tal vez inconscientemente, mientras recibe la semilla, corta la cabeza del macho, matándolo. Hay que decir que esta creencia popular, totalmente infundada, era también compartida por los antiguos eruditos, recordemos, entre otros, a Plinio el Viejo y San Jerónimo.
Durante mucho tiempo, y no sólo en la zona insumisa, sino al menos en toda Europa, se creía que las serpientes eran glotonas con la leche de la mujer, tanto que se escondían en la casa y se colaban, cuando todos dormían, bajo las sábanas y al encontrar a un bebé lactante lo alejaban suavemente del pezón materno, dándoles su cola en la boca, y a su vez, chupando la leche.
La boca de la serpiente no sirve para mamar, sin embargo, esta creencia tuvo una vida multimilenaria.
Una versión presente en la zona alpina, hablaba de vacas que, sobre el alp, iban a ser chupadas por las serpientes, se pensaba que la serpiente trepaba, retorciéndose, sobre la pata hasta que, llegada a la altura del pecho chupado, parecía sin pesar a lindo bovino.
Las serpientes también eran aficionadas a la leche de cabra. En algunas zonas se pensaba que la serpiente sólo se volvía venenosa después de haberse tragado un sapo. También se creía que la serpiente en el agua perdía su veneno.
Por el contrario, se creía que envenenaba el agua del arroyo en el que había saciado su sed. Se creía que ciertas setas eran venenosas por haber sido mordidas por una serpiente.
La mosca que se posaba sobre una serpiente muerta se volvía venenosa y peligrosa para las personas. Mantener un trozo de piel sobre la piel de la serpiente protegía de los «billetes». Sacar la piel vieja traía suerte al juego; los adversarios gritaban: «squaia, squaia, pèll da bissa» (piel de serpiente derretida, fundida).
Una serpiente que cruzaba la calle delante de una persona predecía la próxima muerte de un familiar de ésta. Soñar con serpientes era un mal presagio, pero si se conseguía matarlas significaba que, al final, se triunfaría.
Otras veces, soñar con serpientes era señal de una riña o de la presencia de personas envidiosas a nuestro alrededor. La aparición de la serpiente negra (serpiente rata) era un indicio de lluvia y mal tiempo.
En esta capacidad de predicción del tiempo, las serpientes se relacionaban con las salamandras y los caracoles.
Según la creencia popular las serpientes eran excepcionalmente longevas (como el águila), podían vivir más de un siglo. Se creía que los cazadores que disparaban a una serpiente debían apuntar a la cola, para que los puntos, tras atravesar el cuerpo, se detuvieran en la cabeza, matando al pobre reptil.
De lo contrario, penetrando por la cabeza, habrían escapado de la cola sin dañarlas.
Una serpiente muerta debía ser colgada por la cabeza a un palo puntiagudo fijado en el suelo, de modo que el cuerpo colgara en el vacío, para evitar que volviera a la vida.
Otra tradición nos informa de que si se mata a una serpiente cortándola en dos, sin aplastar su cabeza, el cuerpo morirá (pero continuará moviéndose hasta el anochecer), pero la cabeza seguirá viviendo llegando a ser tan grande como la de un gato.
La serpiente, y todas las serpientes, son capaces de llevar la cola en la boca y rodar como una rueda. Esta creencia, completamente infundada, bastante popular en el pasado, aún me fue relatada hace unos diez años por un escolar de primaria, durante una lección sobre serpientes.
Una serpiente herida o perseguida habría intentado durante siete años morder al herido o perseguidor. En las serpientes se cambiaban a veces las brujas para realizar sus hechizos malignos. Si al encontrarnos con una serpiente la vemos primero, el reptil es incapaz de moverse, pero si es la serpiente la que mira primero, entonces provocará somnolencia y mareos.
Se buscaba una serpiente muerta, se iba a casa y se arrancaba la piel; se cortaba una parte en proporción a la longitud de la herida y después se «pasaba», junto con unas hojas de romero, sobre la herida.
La piel vieja y abandonada (a veces llamada camisa) de una serpiente se aplicaba a las heridas infectadas y a las ulceraciones. La piel mutada de una serpiente se colocaba bajo la almohada de un niño que padecía una costra láctea.
La misma reliquia se introducía en una pequeña bolsa para ponerla en contacto con la piel, o bien, se cosía en una prenda, especialmente infantil, para preservar de las mordeduras de los reptiles, de los males del cuerpo y del alma, en particular las «facturas». El cuerpo viejo se enrollaba en sombreros para protegerse de los dolores de cabeza.
La piel abandonada, frita en aceite con un poco de ceniza, se aplicaba a la zona afectada para extraer las astillas profundamente astilladas. En obstetricia, con la piel vieja se ceñía el vientre de la mujer que iba a dar a luz: el feto se escurrirá como una serpiente.
Conclusión
La serpiente es un reptil que suele asociarse con el mal, la muerte y la oscuridad, pues se le considera un animal misterioso, traicionero y venenoso.
Sin embargo, es un símbolo muy rico en muchas culturas y, por otro lado, puede representar el rejuvenecimiento, la renovación, la vida, la eternidad y la sabiduría.
Una de las escenas más conocidas de la Biblia es el momento en que Eva muerde la manzana y renuncia al paraíso, bajo la influencia de una serpiente disfrazada de Satanás.
Desde ese momento, la serpiente indica, en el cristianismo, el pecado, un animal traidor y calculador del inframundo asociado al diablo. Ver una serpiente se considera mayormente un signo negativo en la mayoría de las culturas, y lo que atribuye a esto es probablemente la larga historia negativa de este reptil.
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