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Un almanaque del condado de la arena | Parte 3, La ética de la tierra : El punto culminante | Resumen

Resumen

En esta entrada final Leopold discute los sistemas éticos que permiten a la gente trabajar juntos de forma cooperativa. A lo largo del tiempo, la ética se ha desarrollado desde sistemas que rigen la forma en que los individuos interactúan con otros individuos hasta sistemas que rigen la forma en que los individuos interactúan con la sociedad. El siguiente paso es desarrollar una ética que gobierne la forma en que los humanos interactúan con la tierra y las plantas y animales que viven en ella.

En lugar de considerar la tierra como una propiedad, o de actuar como conquistadores de la misma, cree que los humanos deben considerarse a sí mismos como parte de una comunidad que incluye la tierra y los seres vivos que hay en ella: «La ética de la tierra simplemente amplía los límites de la comunidad para incluir los suelos, las aguas, las plantas y los animales, o colectivamente: la tierra». Esto requiere cambiar nuestra perspectiva de muchas maneras. Por ejemplo, debemos aprender a ver la historia no como una serie de acontecimientos humanos, sino como una serie de acontecimientos en los que la propia tierra desempeña un papel importante.

Junto con el desarrollo de una orientación ética hacia la tierra, una comprensión básica del «circuito energético» -la forma en que la energía fluye a través de los seres vivos- es fundamental para la conservación. Por ejemplo, se puede pensar en las relaciones entre los seres vivos como una pirámide, con el suelo en la base y los grandes depredadores en la cúspide. Las cadenas alimentarias son otra forma de visualizar las relaciones entre las partes de la tierra, en las que cada ser vivo obtiene la energía que necesita de otras partes. Las plantas autóctonas son las que mejor mantienen abiertas las partes de este circuito energético, y aunque estos sistemas naturales son capaces de adaptarse a cambios evolutivos más lentos, no están tan equipados para adaptarse a los cambios provocados por el hombre. Algunos ecosistemas son más resistentes que otros, pero todos pueden verse perjudicados por la acción humana. La conservación significa reducir las acciones perjudiciales y preservar la «salud» de la tierra, es decir, la capacidad de los sistemas naturales de la tierra para autorrenovarse.

Los seres humanos deben desarrollar una «conciencia ecológica», aceptando la responsabilidad de mantener la tierra sana incluso cuando no sea conveniente o económicamente rentable. Esta responsabilidad no recae únicamente en el gobierno, sino en los propietarios de las tierras. Tener una ética de la tierra significa que la gente practica voluntariamente la conservación en su propia tierra, incluso cuando no hay ningún motivo económico para hacerlo. Esta práctica voluntaria surge de un «amor, respeto y admiración por la tierra, y una alta consideración de su valor». En última instancia, no se puede esperar que los humanos renuncien por completo a rehacer la tierra para su propia comodidad y beneficio. Pero debemos aplicar cierta sabiduría y moralidad a la cuestión de cómo rehacemos la tierra: «Difícilmente renunciaremos a la pala, que después de todo tiene muchos puntos buenos, pero necesitamos criterios más suaves y objetivos para su uso exitoso»

Análisis

En este último ensayo Leopold aboga por una «ética de la tierra», y por «tierra» se refiere a la tierra real (suelo, agua, etc.) más todos los seres vivos que viven en ella. Hoy en día solemos utilizar el término ecosistema para referirnos a las comunidades biológicas de seres vivos y su entorno. Así que Leopold aboga por el desarrollo de una estructura ética que incluya a los ecosistemas y a través de la cual los seres humanos comiencen a verse a sí mismos como miembros de esos ecosistemas, con la obligación de mantenerlos sanos.

El argumento de Leopold comienza de forma dramática, de una manera diferente para él, con una ilustración de la Odisea en la que Odiseo hace matar a varias mujeres por «mal comportamiento». Su argumento es que Odiseo hace esto porque las mujeres eran consideradas propiedad, y por lo tanto no había ningún juicio moral asociado a sus muertes. Ejecutarlas es el equivalente moral de sacar la basura. Por supuesto, la acción de Odiseo parece terrible para la gente moderna porque nuestra ética ha cambiado. Así, Leopold sugiere que puede cambiar de nuevo.

Una vez que establece la necesidad de una ética de la tierra, discute los detalles de cómo sería y algunos de los obstáculos para su desarrollo. Uno de los principales obstáculos es la falta de compromiso diario con la naturaleza, que conduce a una falta de apreciación de su valor. Incluso los que trabajan en la tierra -los agricultores- tienen una relación adversa con ella. Junto a esta falta de aprecio está la falta de educación sobre el funcionamiento de los ecosistemas, el encaje de las personas en estos sistemas naturales y el papel de la tierra en la historia de la humanidad. La manera de superar este obstáculo es educar a la gente en estos temas. Leopold esboza el contenido de dicha educación, ya que explica lo que él llama «la pirámide de la tierra» o «la pirámide biótica», que es similar a la pirámide de la energía, con la capa base añadida del suelo. También explica las cadenas alimentarias y cómo cada organismo es un eslabón de muchas cadenas alimentarias diferentes. Se anima a saber que este contenido se enseña ahora habitualmente a todos los estudiantes, desde la escuela primaria en adelante. También da ejemplos de cómo la tierra ha influido en la historia de los asentamientos humanos y la agricultura.

Otro obstáculo que ve Leopold es el papel que juega el gobierno en la conservación. Tiene varias críticas: En primer lugar, debido a que el gobierno proporciona algunos incentivos para la conservación, los propietarios no asumen la responsabilidad personal de su propia tierra. Además, los incentivos gubernamentales son en su mayoría de naturaleza económica y sirven para fomentar el pensamiento económico sobre la tierra, en lugar del pensamiento ético. Por último, los programas gubernamentales no tienen una aplicación real, por lo que permiten a los propietarios aplicar sólo los métodos de conservación que les resultan rentables e ignorar otros. Este enfoque fragmentario no cumple los objetivos de los programas, lo que hace que éstos sean ineficaces en general.

Leopold termina su ensayo con un llamamiento a empezar a ver el uso de la tierra como algo más que una decisión económica. Más bien, deberíamos considerar el uso de la tierra «en términos de lo que es ética y estéticamente correcto». Además, define qué es lo «correcto» en relación con la tierra: «Una cosa es correcta cuando tiende a preservar la integridad, la estabilidad y la belleza de la comunidad biótica. Está mal cuando tiende a lo contrario». Invita a los lectores al proceso intelectual, emocional y filosófico de desarrollar una ética de la tierra para que la humanidad pueda comenzar a operar con «criterios más suaves y objetivos» para el uso exitoso de la tierra.

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