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Benito Juárez

Carrera temprana

Juárez nació de padres indios mesoamericanos, ambos murieron cuando él tenía tres años. A los 12 años dejó al tío que lo cuidaba y se reunió con su hermana en la ciudad de Oaxaca, donde comenzó su educación formal.

En un principio estudió para sacerdote, pero en 1829 ingresó en el Instituto de Artes y Ciencias de Oaxaca (1827; actual Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca) para estudiar derecho y ciencias. En 1831 se licenció en Derecho y obtuvo su primer cargo público, un puesto en el ayuntamiento. Impecablemente honesto, nunca utilizó los cargos públicos para su beneficio personal, y su modesta forma de vida reflejaba sus sencillos gustos, incluso después de su matrimonio en 1843 con Margarita Maza, una mujer oaxaqueña 17 años menor que él. La política pronto se convirtió en el trabajo de su vida: fue miembro de las legislaturas estatal y nacional, se convirtió en juez en 1841 y fue gobernador de su estado, cargo que lo llevó a la prominencia nacional.

Durante sus primeros años en la política, Juárez comenzó a formular soluciones liberales para los muchos problemas de su país. Llegó a la conclusión de que el camino hacia la salud económica consistía en sustituir el monopolio económico de la Iglesia católica y la aristocracia terrateniente por el capitalismo. También creía que la estabilidad política sólo podría lograrse mediante la adopción de una forma de gobierno constitucional basada en un sistema federal.

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El regreso de los conservadores al poder en las elecciones de 1853, sin embargo, condenó cualquier reforma a corto plazo en México. Muchos liberales prominentes fueron exiliados, incluyendo a Juárez. Desde diciembre de 1853 hasta junio de 1855 vivió en Nueva Orleans en la semipobreza, ocupándose de intercambiar ideas con otros mexicanos y de trazar planes para regresar a su país. La oportunidad de poner en práctica sus ideas llegó finalmente en 1855, cuando los liberales tomaron el control del gobierno nacional, y Juárez dejó los Estados Unidos para unirse a la nueva administración de Juan Álvarez como ministro de justicia e instrucción pública.

Los liberales llevaron a cabo tres grandes reformas, todas ellas apoyadas por Juárez. Como ministro de justicia, fue responsable de la ley que lleva su nombre y que abolió los tribunales especiales para el clero y los militares, pues consideraba que la igualdad jurídica ayudaría a promover la igualdad social. En junio de 1856 el gobierno publicó la Ley Lerdo («Ley Lerdo», llamada así por el ministro de Hacienda). Aunque obligaba a la Iglesia a vender sus propiedades, no contenía ninguna amenaza de confiscación. Con el desmantelamiento de los latifundios, el gobierno esperaba que muchos mexicanos pudieran adquirir propiedades y crear así la clase media que consideraba esencial para un México fuerte y estable. El punto culminante de la reforma fue la Constitución liberal promulgada en febrero de 1857.

En ese mismo año, Ignacio Comonfort fue elegido presidente, y el nuevo Congreso eligió a Juárez para presidir la Suprema Corte y, por tanto, según la Constitución, también para ejercer como vicepresidente efectivo de México. El puesto en la Corte fue fundamental para determinar su futura carrera, ya que cuando los conservadores se rebelaron y derrocaron a Comonfort en enero de 1858, Juárez tenía derecho a la presidencia. Sin embargo, al carecer de tropas para controlar los alrededores de la ciudad de México, se retiró a la ciudad portuaria oriental de Veracruz.

En Veracruz, Juárez se enfrentó a graves dificultades, ya que tuvo que crear un gobierno y mantenerlo unido a través de peleas, traiciones y derrotas; hacer cumplir y aplicar la constitución; y mantener los ejércitos en el campo y derrotar a las fuerzas conservadoras. Sin embargo, era un hombre extraordinariamente tenaz y autosuficiente, capaz de concentrar su energía e interés, y demostró ser el dueño de su gobierno.

Dado que el clero apoyaba a los conservadores contra el gobierno legal, Juárez promulgó varias leyes para frenar el poder eclesiástico. Nacionalizó todas las propiedades de la iglesia, eximiendo sólo a los edificios realmente utilizados para el culto y la instrucción. Para debilitar aún más la influencia clerical, también nacionalizó los cementerios y puso los registros de nacimiento y los matrimonios bajo la autoridad civil. Por último, el gobierno separó la Iglesia del Estado y garantizó la libertad religiosa a todos los ciudadanos.

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