Cómo vencer el miedo al fracaso
El miedo al fracaso es un obstáculo importante que se interpone entre usted y sus objetivos. Pero no tiene por qué serlo.
El miedo al fracaso es la intensa preocupación que experimentas cuando imaginas todas las cosas horribles que podrían ocurrir si no logras un objetivo. La intensa preocupación aumenta las probabilidades de frenar o abandonar. Tener éxito depende en gran medida de tu capacidad para aprovechar el miedo.
¿Qué puedes hacer para evitar que el miedo al fracaso te haga retroceder?
1. Redefine el fracaso como discrepancia.
El éxito suele ser difícil de definir. El fracaso es aún más difícil.
¿Cuál es tu definición de fracaso? ¿Desistir? No ir nunca a por tus objetivos? No lograr el resultado deseado? No lograr el resultado deseado dentro de un plazo previsto? Puede pensar que la respuesta a esta pregunta es obvia. Pero es importante tener claro lo que consideras fracaso, ya que el fracaso es el objeto de tu miedo y el obstáculo para tu éxito.
Para que tu búsqueda de objetivos sea a prueba de fracasos, pasa de pensar en los fracasos a pensar en las discrepancias entre lo que esperas conseguir y lo que podrías conseguir. Las discrepancias te proporcionan información que puedes estudiar, explicar y de la que puedes aprender para recalibrar tus esfuerzos futuros.
Mientras sigas esforzándote, no hay lugar para el fracaso. Cuando te rindes por completo, sin mejor razón que el miedo a fracasar, ¡esa es otra historia!
2. Distinguir entre amenazas reales e imaginarias.
El miedo es nuestra respuesta a dos tipos de amenazas: las reales y las imaginarias. Ya conoces la diferencia. Las amenazas reales suponen un riesgo para nuestra supervivencia. Las amenazas imaginadas son escenarios hipotéticos. Dar un discurso delante de un grupo de personas es una amenaza imaginaria porque hay poco riesgo para tu supervivencia. Pronunciar un discurso frente a una manada de leones en la sabana es una amenaza real porque no les interesa escucharte, sino comerte.
El miedo al fracaso implica, por definición, amenazas imaginadas. Y aunque el miedo es real, la amenaza no lo es. De momento, la amenaza es una predicción, un producto de tu imaginación, un escenario que has construido. Esto no hace que tu miedo sea infundado o irracional. Pero lo hace prematuro e innecesario. En lugar de dejar que te detenga, estúdialo y planifica cómo evitar las consecuencias que te asustan.
3. Crea objetivos de promoción en lugar de prevención.
La investigación sobre la consecución de objetivos sugiere que hay dos tipos de enfoques que las personas adoptan con respecto a sus objetivos: de aproximación y de evitación. A mí me gusta llamarlos objetivos de promoción y de prevención.
Los objetivos de promoción tienen que ver con la consecución de un resultado positivo (por ejemplo, «quiero conseguir un aumento de sueldo», «quiero ampliar mi base de clientes» o «quiero conseguir un ascenso»), mientras que los objetivos de prevención tienen que ver con la evitación de un resultado negativo (por ejemplo, «no quiero perder mi trabajo» o «espero no recibir una crítica negativa»). Los objetivos de prevención se asocian a enfoques más desorganizados de la búsqueda de objetivos, menor compromiso, menos autodeterminación y más ansiedad. Además, los objetivos de prevención conducen a la creación de más objetivos de prevención en el futuro.
Los fundamentos
- ¿Qué es el miedo?
- Busca un terapeuta para combatir el miedo y la ansiedad
El miedo al fracaso nos lleva a crear objetivos de prevención, que pueden desenfocar nuestro enfoque, minar nuestros esfuerzos y dificultar la planificación. Reencuadrar los objetivos de prevención como objetivos de promoción es una forma de eliminar el miedo al fracaso de la ecuación.
Aunque la mayoría de nosotros establecemos objetivos de promoción en un momento dado y objetivos de prevención en otro, es importante recordar que la forma en que enmarcamos nuestros objetivos puede oscurecer nuestras intenciones, retrasar la implementación y facilitar el abandono.
4. Espere un buen resultado, pero no se apegue a él.
Cuanto más apegado esté al resultado que imaginó cuando estableció el objetivo, más probable será que interprete las discrepancias de ese resultado deseado como fracasos. A medida que las circunstancias cambian y tu experiencia te cambia, lo que inicialmente veías como el resultado ideal puede dejar de ser alcanzable, apropiado o significativo. Sin embargo, si decide no reevaluar o ajustar los resultados que esperaba, se quedará atascado en la discrepancia y convencido de que está fracasando. La investigación demuestra que las personas que reevalúan sus objetivos y son capaces de ajustar su enfoque o sus expectativas gozan de mejor salud física y mental.
Algunos objetivos requieren concentración y persistencia. Otros, sin embargo, requieren apertura y flexibilidad. Ser capaz de reevaluar y redefinir el resultado que se espera conseguir es un buen amortiguador contra el miedo al fracaso. Debemos evaluar nuestro éxito por la cantidad de pensamiento y esfuerzo que ponemos, más que por el resultado que logramos.
Las lecturas esenciales del miedo
El miedo al fracaso no tiene que ver con los retos que nos esperan ni con el esfuerzo que se requiere. Se trata de las consecuencias que podemos sufrir si fracasamos. No tenemos miedo del trabajo que tenemos que hacer, sino de la remota posibilidad de que nuestro trabajo no sea lo suficientemente bueno como para producir resultados que cumplan con nuestros estándares.
Los investigadores sobre el miedo al fracaso han identificado varias consecuencias negativas que esperan las personas con miedo al fracaso, incluyendo los sentimientos de vergüenza y bochorno, un gran golpe a la autoestima, la perspectiva de un futuro incierto, la pérdida de influencia social y decepcionar a otras personas importantes (más sobre este tema aquí). Obsérvese que las personas estiman que el coste psicológico de fracasar es mucho mayor que el coste material. Las personas con miedo al fracaso están menos preocupadas por la pérdida de dinero que por la pérdida de amigos, la pérdida de prestigio o la pérdida de fe.
Para atenuar aún más el miedo al fracaso, identifique las consecuencias de fracasar que más le asustan y evalúe su capacidad para hacer frente a estas consecuencias. En lugar de convencerte de que no tienes miedo esperando que no ocurra nada negativo, céntrate en crear confianza para afrontar las consecuencias.
Aquí tienes algunas preguntas para hacerte:
- ¿Cuáles de estas consecuencias te dan más miedo?
- ¿Cuánto impacto tendrán en ti? Son meramente desagradables o ponen en peligro la vida? Sólo le harán sentirse incómodo o le harán un daño profundo e irreparable?
- ¿Qué tan rápido podrá seguir adelante? Son las consecuencias permanentes o reversibles? Son de corta duración o persistirán para siempre?
- ¿Cómo de bien puede manejarlas? Puedes ejercer un control de daños o te esconderás y desaparecerás?
En última instancia, lo que nos hace ser intrépidos no es el hecho de que no experimentemos miedo, sino que confiemos en que podemos afrontar las consecuencias de nuestros actos. Eso es lo que hace que la gente no tenga miedo y eso es lo que podría ayudarte a ser inmune al miedo al fracaso también.