Tratamiento de los trastornos del sueño
Editorial: Mitchell Taubman, Ph.D.
El Dr. Taubman es codirector de la Asociación de Autismo
Desde la perspectiva del Análisis de Conducta Aplicado, varios factores pueden contribuir a las dificultades del sueño (caer, permanecer y volver a dormir) para los niños con trastorno del espectro autista, y lo más típico es utilizar un enfoque integral (Jin, Hanley, & Beaulieu, 2013).
En la práctica clínica, los esfuerzos de intervención suelen comenzar con al menos una evaluación informal de qué problemas de sueño pueden estar ocurriendo y qué puede estar contribuyendo a las dificultades. Se examinan factores tales como la ausencia de rutinas que favorezcan el sueño a la hora de acostarse, los patrones problemáticos (por ejemplo, horas de acostarse demasiado tempranas), el refuerzo inadvertido de las dificultades a la hora de acostarse (por ejemplo, abrazar al niño o sacarlo de la cama y darle un bocadillo después de llorar y gritar), y las posibles contribuciones de otros problemas de inhibición del sueño (por ejemplo, comportamiento estereotipado, rabietas). Según proceda, se hacen recomendaciones para descartar cualquier problema médico y también se presta atención (y respeto) a cualquier práctica cultural que contribuya a ello (por ejemplo, el colecho).
Antes de que comience la intervención, se prepara a los padres para lo que va a suceder, incluido el esfuerzo que puede ser necesario por adelantado, y se tienen en cuenta las consideraciones prácticas. El objetivo de las intervenciones sobre el sueño es mejorar la capacidad independiente del niño para conciliar el sueño, así como para volver a dormir. Es fundamental establecer rutinas constantes que promuevan un estado de tranquilidad, calma, descanso y sueño. Se puede incluir música, luces tenues, lectura de cuentos y uso de objetos como mantas suaves y peluches. Los esfuerzos también se centran en el refuerzo de objetivos relevantes, como permanecer en la cama o participar de forma cooperativa en la rutina de la hora de dormir. Se hace hincapié en evitar el apoyo involuntario a los problemas de sueño (por ejemplo, el traslado nocturno del niño a la cama de los padres). También puede incluirse un cambio sistemático en el patrón de sueño (por ejemplo, el establecimiento de una hora de acostarse tardía con cuidado y gradualmente desvanecida a horas más tempranas), así como el trabajo sobre los comportamientos contribuyentes e incompatibles con el sueño (por ejemplo, repetitivos o escalados). Al principio, este trabajo puede ser bastante complicado y requerir mucho tiempo, lo que representa un compromiso familiar importante. Sin embargo, con un esfuerzo consistente hemos encontrado que este enfoque es altamente efectivo y beneficioso para todos (para más información, véase A Work In Progress, Leaf & McEachin, 1999).