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Antecedentes y epidemiología: La enfermedad sociógena masiva se refiere a la «rápida propagación de signos y síntomas de enfermedad que afectan a los miembros de un grupo cohesionado, originados por una perturbación del sistema nervioso que implica excitación, pérdida o alteración de la función, por lo que las molestias físicas que se manifiestan de forma inconsciente no tienen una etiología orgánica correspondiente».1 Se produce en el contexto de una amenaza creíble que provoca una gran ansiedad, como un olor nocivo en una escuela en medio del temor a una guerra química o al bioterrorismo. En la nomenclatura psiquiátrica estándar, la enfermedad sociógena masiva se subsume en el epígrafe general de trastorno somatomorfo y se subcategoriza como «trastorno de conversión neurosis histérica, tipo de conversión». En la literatura, se denomina sinónimamente trastorno psicógeno masivo o histeria epidémica y se distingue de los delirios colectivos por la presencia de síntomas de enfermedad.2

La mayoría de los médicos, por su experiencia o formación en psiquiatría, conocen los casos individuales de «histeria» o trastornos somatomorfos. Están menos informados y conocen menos la histeria epidémica, a pesar de que una revisión de la literatura revela más de 200 relatos publicados de respuestas masivas a situaciones que implican sospechas de envenenamiento y otros eventos.3 Un ejemplo en septiembre de 1998 involucró a 800 niños en Jordania que creían haber sufrido los efectos secundarios de la vacuna de toxoide tetánico-difteria administrada en la escuela; 122 de los niños fueron admitidos en el hospital. En la gran mayoría de los casos, los síntomas no se debían a la vacuna, sino a una enfermedad psicógena.3

El impacto de este tipo de sucesos se subestima y no se comunica. Suponen una importante carga económica para los servicios de emergencia, los organismos de salud pública y medio ambiente y el edificio o lugar de ocupación afectado, que a menudo permanece cerrado durante días o semanas.

Parte de la dificultad para reconocer los brotes de enfermedades sociógenas masivas tiene que ver con su naturaleza diversa.1 Una revisión histórica de estos eventos sugiere que las características de las enfermedades sociógenas masivas tienden a reflejar las preocupaciones sociales y culturales populares que definen distintas épocas y reflejan creencias sociales únicas sobre la naturaleza del mundo. Antes del siglo XX, la mayoría de los informes sobre enfermedades sociógenas masivas se referían a la histeria motora incubada por la exposición a la disciplina religiosa, académica o laboral de larga data.1 Estas producían brotes de convulsiones, contracturas, temblores, parálisis y risa. En el siglo XX y hasta la actualidad, los olores extraños que se presumen como un contaminante ambiental o un gas tóxico procedente de un ataque bioterrorista o de guerra química han sido comúnmente atribuidos en episodios de histeria colectiva, produciendo disnea, náuseas, dolor de cabeza, mareos y debilidad en las personas afectadas. Por ejemplo, durante la Guerra del Golfo de 1990 se temió que el primer ataque con misiles de Irak a Israel contuviera armas químicas. Aunque tales temores eran infundados, alrededor del 40% de los civiles que se encontraban en las inmediaciones del ataque informaron de problemas respiratorios.1

Manejo clínico: La confluencia de 8 síntomas o condiciones indica típicamente una enfermedad sociogénica masiva y permite un diagnóstico presuntivo mientras se realizan las investigaciones. Entre ellos se encuentran los síntomas que no tienen una base orgánica plausible; los síntomas que son transitorios y benignos; los síntomas con una rápida aparición y recuperación; la aparición en un grupo segregado; la presencia de una ansiedad extraordinaria; los síntomas que se propagan a través de la vista, el sonido o la comunicación oral; una propagación que se desplaza hacia abajo en la escala de edad, comenzando por las personas de mayor edad o de mayor estatus; y una preponderancia de los participantes femeninos.1

Cuando se enfrentan a la perspectiva de un brote de enfermedad sociogénica masiva, los médicos deben involucrar a los funcionarios de salud pública en la investigación. Un diagnóstico rápido es problemático porque la controversia suele rodear los brotes y se necesita tiempo para analizar los resultados de las pruebas ambientales y médicas. A menudo es aconsejable cerrar el edificio o la zona hasta que los resultados sean negativos. Esta acción sirve para controlar el brote al reducir los niveles de ansiedad y dispersar temporalmente al grupo.1,4

El tratamiento consiste en identificar y reducir o eliminar el estímulo relacionado con el estrés.4

Prevención: Nadie o grupo es inmune a la enfermedad sociogénica masiva. Los intentos de identificar los factores predisponentes y las susceptibilidades han producido resultados contradictorios.1 Comprender los cambios históricos en las manifestaciones de estos brotes, los temores e incertidumbres que preocupan a las culturas actuales y las características distintivas de la enfermedad sociogénica de masas que parecen trascender el contexto histórico ayudará a reconocer y tratar más rápidamente los brotes.

Erica Weir CMAJ

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